Pues por medio de Él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. Ro 8:2
jueves, 5 de abril de 2018
ADOREMOS
Cantares 5:11
"Su cabeza como oro finísimo;
Sus cabellos crespos, negros como el cuervo."
Las comparaciones no muestran realmente o literalmente al Señor Jesús, pero el escritor acá usa lo mejor a su alcance. Por la cabeza de Jesús podemos entender su deidad, "porque la cabeza de Cristo es Dios" y luego el lingote de oro puro es la mejor metáfora concebible, pero demasiado pobre para describir a uno tan precioso, tan puro, tan querido, tan glorioso.
Jesús no es un grano de oro, sino un vasto globo terráqueo, una masa inestimable de tesoros como la tierra y el cielo no puede sobresalir. Las criaturas son solo hierro y arcilla, todas perecerán como madera, heno y rastrojo, pero la cabeza eterna de la creación de Dios brillará por los siglos de los siglos. En Él no hay mezcla, ni la menor mancha de aleación. Él es infinitamente santo y para siempre divino. Los mechones tupidos muestran su vigor. No hay nada débil en nuestro Amado. Audaz como un león, laborioso como un toro, veloz como un águila.
Toda belleza concebible e inconcebible se encuentra en Él, aunque una vez fue despreciado y rechazado por los hombres. "Su cabeza es de un oro exquisito, con un perfume dulce y secreto". La gloria de su cabeza no es cortada, Él está eternamente coronado con una majestuosidad sin par. El cabello negro indica frescura juvenil, porque Jesús tiene el rocío de su juventud sobre Él. Otros se vuelven lánguidos con la edad, pero Él es siempre un Sacerdote como lo fue Melquisedec; otros van y vienen, pero Él permanece como Dios en su trono, en un mundo sin fin.
Lo contemplaremos esta noche y lo adoraremos. Los ángeles lo contemplan: sus redimidos no deben apartar los ojos de Él. ¿Dónde más hay tal? No te pierdas de la bendición y la frescura de pasar tiempo con Él.
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