Pues por medio de Él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. Ro 8:2
domingo, 22 de abril de 2018
PROMESA PARA EL TRISTE Y DEPRIMIDO
Isaías 44:3
"Porque yo derramaré aguas sobre el sequedal, y ríos sobre la tierra árida; mi Espíritu derramaré sobre tu generación, y mi bendición sobre tus renuevos;"
Cuando un creyente ha caído en un estado de tristeza y depresión, a menudo trata de liberarse de ellos castigándose a sí mismo con temores oscuros y tristes. Tal no es la manera de levantarse del polvo, sino de continuar en él. Es como encadenar la otra pata de un águila en cautiverio. No es la ley, sino el evangelio lo que salva al alma de la tristeza y la depresión; y no es una esclavitud legal, sino la libertad del evangelio la que puede restaurar al desfalleciente creyente después. El miedo esclavo no trae de vuelta al reincidente a Dios, pero los dulces actos de amor lo atraen al seno de Jesús.
¿Estás esta mañana sediento del Dios viviente e inquieto porque no puedes encontrarlo para el deleite de tu corazón? ¿Has perdido la alegría de la vida, y esta es tu oración, "Devuélveme el gozo de tu salvación"? ¿Eres consciente también de que eres estéril, como el suelo seco? ¿Que no estás dando a luz el fruto para Dios que tiene derecho a esperar de ti; que no eres tan útil en la Iglesia, o en el mundo, como tu corazón desea ser? Entonces aquí está exactamente la promesa que necesitas: "Derramaré agua sobre el sediento".
Recibirás la gracia que tanto requieres, y la tendrás al máximo alcance de tus necesidades. El agua refresca al sediento: serás refrescado; tus deseos serán gratificados. El agua acelera la vida vegetal durmiente: tu vida será vivificada con gracia fresca. El agua hincha los brotes y hace que los frutos maduren; tendrás gracia fructificante: serás fecundo en los caminos de Dios. Cualquiera sea la buena calidad que haya en la gracia divina, la disfrutarás plenamente.
Todas las riquezas de la gracia divina recibirás en abundancia; serás como si estuvieras empapado con ella; y como a veces los prados se inundan por los ríos que se desbordan, y los campos se convierten en estanques, así serás tú; la tierra sedienta será manantial de agua. ¡Acude a Dios!
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