viernes, 6 de abril de 2018

MODELO DE ORACIÓN



Mateo 6:9
"Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre."


Esta oración comienza donde toda verdadera oración debe comenzar, con el espíritu de adopción, "Padre nuestro". No hay una oración aceptable hasta que podamos decir: "Me levantaré e iré a mi Padre". Este espíritu infantil pronto percibe la grandeza del Padre "en el cielo" y asciende a la adoración devota, "Santificado sea tu nombre". 


El niño que balbucea, "Abba, Padre", se convierte en el querubín que dice: "Santo, Santo, Santo". No hay más que un paso de la adoración entusiasta al brillante espíritu misionero, que es una consecuencia segura del amor filial y la reverente adoración: "Venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo". 

Luego sigue la expresión sincera de la dependencia de Dios: "Danos hoy nuestro pan de cada día". Al ser iluminado aún más por el Espíritu, descubre que no solo es dependiente, sino pecaminoso, por lo tanto pide clemencia, "Perdónanos nuestras deudas como nosotros perdonamos a nuestros deudores", y que seas perdonado, que se impute la justicia de Cristo, y que sepas tu aceptación con Dios, ya que Él suplica humildemente por cada uno de nosotros, "No nos dejes caer en la tentación". El hombre que es realmente perdonado, está ansioso por no ofender nuevamente; la posesión de la justificación lleva a un ansioso deseo de santificación.

"Perdónanos nuestras deudas", eso es justificación; "No nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del mal", eso es santificación todas sus formas. Como resultado de todo esto, sigue una inscripción triunfal de alabanza: "Tuyo es el reino, el poder y la gloria, por los siglos de los siglos". Nos regocijamos de que nuestro Rey reina en la providencia y reinará en gracia, desde el río hasta los confines de la tierra, y de su dominio no tendrá fin. 

Así, desde un sentido de adopción, hasta la comunión con nuestro Señor reinante, este breve modelo de oración conduce al alma. Señor, enséñanos a orar así.

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