Pues por medio de Él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. Ro 8:2
viernes, 27 de abril de 2018
¿DÓNDE ESTÁ?
Marcos 14:14
"y donde entrare, decid al señor de la casa: El Maestro dice: ¿Dónde está el aposento donde he de comer la pascua con mis discípulos?"
Jerusalén en el momento de la pascua era una gran posada; cada cabeza de familia invitava a sus propios amigos, pero nadie había invitado al Salvador, y Él no tenía vivienda propia. Fue por su propio poder sobrenatural que se encontró en una habitación superior para celebrar la fiesta. Hasta el día de hoy, Jesús no es recibido entre los hijos de los hombres sino solo por medio de su poder y gracia sobrenaturales que hace que el corazón sea nuevo. Todas las puertas están suficientemente abiertas para el príncipe de las tinieblas, pero Jesús debe abrirse camino por sí mismo o alojarse en las calles. Fue a través del misterioso poder ejercido por nuestro Señor que el jefe de familia no planteó ninguna pregunta, sino que de inmediato y alegremente abrió su habitación de invitados. No sabía quién era ni qué era, pero sí aceptó el honor que el Redentor se proponía conferirle.
De la misma manera, aún se descubre quiénes son los elegidos del Señor y quiénes no; porque cuando el evangelio llega a algunos, luchan contra él, y no lo reciben, pero donde los hombres lo reciben, dándole la bienvenida, esta es una indicación segura de que hay una obra secreta en el alma, y que Dios los ha elegido ellos para la vida eterna. ¿Estás dispuesto, querido lector, a recibir a Cristo? entonces no hay dificultad en el camino; Cristo será tu invitado; su propio poder está trabajando contigo, haciéndote querer. ¡Qué honor es admitir al Hijo de Dios! ¡Los cielos no pueden contenerlo, y sin embargo Él busca encontrar una casa dentro de nuestros corazones!
No somos dignos de que Él entre en nuestra casa, ¡pero qué privilegio indescriptible cuando condesciende a entrar! porque entonces Él hace una fiesta, y nos hace deleitarnos con Él en las comidas reales, nos sentamos en un banquete donde las viandas son inmortales, y damos inmortalidad a aquellos que se alimentan de ellas.
Bienaventurado entre los hijos de Adán el que le da entrada al Señor.
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