sábado, 21 de diciembre de 2013

PURIFÍCAME



Salmos 51
Ten compasión de mí, oh Dios,
    conforme a tu gran amor;
conforme a tu inmensa bondad,
    borra mis transgresiones.
Lávame de toda mi maldad
    y límpiame de mi pecado.


¿Quién de nosotros no se ha sentido sumamente culpable luego de haber fallado al Señor? Como humanos, somos propensos a pecar y a hacer lo que desagrada al Señor. Nunca debemos utilizar la excusa de que "es que soy humano" para justificar nuestras malas decisiones y malos actos. Hay muchas enfermedades que atacan al ser humano y en especial hay un par que lo alejan de la relación con Dios: La "buenitis" y la "malitis".


Yo reconozco mis transgresiones;
    siempre tengo presente mi pecado.
Contra ti he pecado, sólo contra ti,
    y he hecho lo que es malo ante tus ojos;
por eso, tu sentencia es justa,
    y tu juicio, irreprochable.
Yo sé que soy malo de nacimiento;
    pecador me concibió mi madre.
Yo sé que tú amas la verdad en lo íntimo;
    en lo secreto me has enseñado sabiduría.


La "buenitis" se caracteriza por hacer pensar que somos de lo mejor, que somos buenos. Pensamos: "Yo no robo, no mato, no me meto con nadie", pero esto nos puede llevar peligrosamente al punto de que podemos pensar que no necesitamos de Dios. La Biblia dice que todos hemos pecado y estamos lejos de la presencia gloriosa de Dios. Cuando el joven rico se acercó a Jesús diciéndole "Maestro bueno", Él le dijo: "Sólo hay uno bueno, ese es Dios". Debemos estar conscientes de que en todo momento necesitamos de Dios y somos vulnerables si no nos mantenemos alertas y de la mano de Él.


Purifícame con hisopo, y quedaré limpio;
    lávame, y quedaré más blanco que la nieve.
Anúnciame gozo y alegría;
    infunde gozo en estos huesos que has quebrantado.
Aparta tu rostro de mis pecados
    y borra toda mi maldad.


La "malitis" es igual de devastadora: Nos hace creer que somos malos y no tenemos más remedio que serlo. Nos llega a hacer callo en el corazón. Pensamos: "No tengo ninguna opción de mejorar, yo soy así y así me moriré". Nos quedamos con una verdad a medias, es decir, una mentira. Es verdad que no hay nadie bueno, es verdad que los pensamientos y actos del ser humano están inclinados al mal desde el nacimiento, pero.. ¡Dios puede hacer de nosotros nuevas criaturas! Dios puede purificarnos, crear en nosotros un corazón limpio. Por medio del Espíritu Santo puede hacernos que demos buenos frutos y dones que vienen de Él. Hay remedio para el pecado, se llama gracia y arrepentimiento. No hay ninguna condenación para el que acepta el sacrificio de Jesús en su vida. Él puede transformarnos, perdonarnos y darnos la capacidad de renunciar al pecado. ¡No más esclavos del pecado, sino libres en su amor! 
10 Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio,
    y renueva la firmeza de mi espíritu.
11 No me alejes de tu presencia
    ni me quites tu santo Espíritu.
12 Devuélveme la alegría de tu salvación;
    que un espíritu obediente me sostenga.
13 Así enseñaré a los transgresores tus caminos,
    y los pecadores se volverán a ti.

El ser perdonado por Dios implica el querer dar a conocer la misma nueva noticia que nos transformó a nosotros. El mundo necesita tanto de Dios, necesita conocer que hay una solución a los problemas. El estar con Dios no significa que no habrá conflictos o dificultades, pero sí que tendremos lucidez, gracia y sabiduría para enfrentarlos y dar consuelo y esperanza a los que nos rodean. Como David, pasemos de iniciar este salmo quizás quebrantados, avergonzados, humillados o culpables a tener la alegría y el deseo de compartir de la Palabra de Dios a los que nos rodean. Que esa sea nuestra oración en este día, que aprovechemos cualquier oportunidad para compartir del amor y la misericordia de Dios.
14 Dios mío, Dios de mi salvación,
    líbrame de derramar sangre,
    y mi lengua alabará tu justicia.
15 Abre, Señor, mis labios,
    y mi boca proclamará tu alabanza.
16 Tú no te deleitas en los sacrificios
    ni te complacen los holocaustos;
    de lo contrario, te los ofrecería.
17 El sacrificio que te agrada
    es un espíritu quebrantado;
tú, oh Dios, no desprecias
    al corazón quebrantado y arrepentido.
18 En tu buena voluntad, haz que prospere Sión;
    levanta los muros de Jerusalén.
19 Entonces te agradarán los sacrificios de justicia,
    los holocaustos del todo quemados,
    y sobre tu altar se ofrecerán becerros.


Oración: Señor, gracias por tu perdón y por tu amor. Hoy, como David en este salmo, te pido que me purifiques, que crees en mi un corazón limpio. Renueva un espíritu recto en mi ser, para alabarte, para hablar de tus maravillas, para ser mejor persona con tu ayuda. Quiero estar contigo siempre, ser tu discípulo y amigo. Quiero hacer tu voluntad hasta que decidas volver por mi. En el nombre de Jesús hoy renuncio a cualquier culpabilidad que tenga, cualquier remordimiento y cualquier resentimiento. Te pido que en vez de eso, pongas en mi un corazón sensible a tu presencia, un corazón arrepentido que te busque conocer cada día más y poner en práctica lo que está escrito en tu Ley, que es vida y paz para los que la practican. En el nombre de Jesús te lo pido y te doy gracias. Amén.

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