lunes, 2 de diciembre de 2013

AVIVA LA LLAMA


El amor de Dios es incondicional y también eterno. ¿Recuerdas lo que significó para tí cuando lo escuchaste y lo comprendiste por primera vez?

El entender esta gran verdad es un hecho que transforma nuestra forma de ver las cosas, nuestra relación con Dios y con los demás. Es una noticia de primera plana, pero lo cierto es que después de un tiempo, nos 'acostumbramos' al hecho de que Dios nos ama, y puede que no tratemos de corresponderle con la misma pasión que al principio.

Si estás experimentando algo similar, la buena noticia es que se puede hacer algo al respecto. Pablo le dijo a Timoteo en 2 Timoteo 1:6 "Por eso te recomiendo que avives la llama del don de Dios que recibiste cuando te impuse las manos."

Ese mensaje de Pablo a Timoteo es el que Dios nos da hoy. ¡Avivemos esa llama! Dejemos de vivir la vida cansados de hacer lo que hacemos, renegando por todo, viviendo como si cada día fuera una tortura o un castigo. La verdad es que somos privilegiados de tener la oportunidad de acercarnos a Dios y hallar el pronto auxilio en momentos de necesidad, de hallar paz en la tormenta, esplandor donde hay cenizas, gozo donde hay llanto y tranquilidad donde exista aflicción.

Recordemos esto: Hacer algo con pasión significa que tratamos de hacerlo con todas nuestras fuerzas porque nos atrae, nos sentimos bien haciéndolo y es tan fuerte que va más allá de sentimientos. ¿Acaso un atleta que corre con pasión siente deseos de abandonar una competencia porque se ha cambiado alguna señal, porque de pronto empieza a llover o porque algún corredor lo ha pasado? Así también nosotros sigamos adelante en la carrera, con pasión y tratando de avivar el fuego del amor de Dios a cada instante. Y si aún no has experimentado el regalo de Dios por medio de Jesucristo sigue leyendo, porque hoy será un día donde habrá fiesta en los cielos si lo deseas de corazón.

Oración: Dios, gracias por sorprenderme cada día más. No quiero vivir una vida sin pasión por amarte y conocerte. Tener una relación contigo es lo más importante que me ha pasado. Y si por algún motivo he abandonado ese primer amor o no estoy seguro de tenerlo, hoy me rindo a tí y te pido que entres a mi vida. Dirígela tú y llévala por donde mejor te parezca. Me arrepiento de mis pecados y confieso que el sacrificio de tu hijo Jesús es suficiente para mi. Te entrego mi vida, haz de mi la persona que quieres que sea. Amén.

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