miércoles, 16 de marzo de 2016

CUIDAR LO QUE SE DICE



Levítico 5:4
"O si alguien, sin pensar, jura con sus labios hacer mal o hacer bien, en cualquier asunto que el hombre hable sin pensar con juramento, sin darse cuenta, y luego llega a saberlo, será culpable de cualquiera de estas cosas."


Al igual que una madre amorosa, el Señor Dios desea que sus hijos sean impecables y limpios. El viaje a los pies del Monte Sinaí mostró la facilidad con que ensuciaba el pueblo de Dios. Por lo cual el Señor especifica a detalle los reglamentos de la ofrenda por el pecado y las ofrendas por la culpa.

La lista de pecados en 5:1-4 y 6:1-5 del libro de Levítico se relacionan con la manera que utilizamos las palabras. Ser demasiado "creativo" nos puede llevar a decir medias verdades, o sea, mentiras. El pecado de Acán (Josué 7:20-26) nos enseña que la colaboración del silencio u ocultar la verdad puede resultar fatal. Necesitamos la santidad en nuestro discurso y pensamientos. Todos los días nos bombardean con ideas impías. Nuestras librerías están llenas de libros sobre la brujería, fantasmas e historias de terror. Y no digamos los cines. Las vallas de la carretera crean una necesidad constante dentro de nosotros. Si estamos involucrados en esa industria, que Dios nos ayude a mantener nuestra integridad.

Dios considera un "juramento desconsiderada" como un delito grave. Recordemos la santidad del voto en las bodas: "para bien o para mal". Es una promesa ante Dios que nosotros hacemos, y que no nos hace salir corriendo a las primeras de cambio, aunque en la mayoría de veces eso es lo que justamente pasa.

David oró: "Que las palabras de mi boca y la meditación de mi corazón, sean agradable a ti." Que esta oración sea también la nuestra. Estemos alertas. Tengamos en cuenta esto: "Porque de la abundancia del corazón, habla la boca." (Mateo 12:34)

¿Qué podemos hacer para controlar nuestros labios y únicamente hablemos palabras de vida?

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