jueves, 17 de marzo de 2016

EL SUMO SACERDOTE



Hebreos 5:1
"Porque todo sumo sacerdote tomado de entre los hombres es constituido a favor de los hombres en las cosas que a Dios se refieren, para presentar ofrendas y sacrificios por los pecados;"


El libro de Levítico es un manual de regulaciones dadas a los sacerdotes. Hay una parte donde se repite todo el manual de ofrendas y sacrificios, pero se ve desde el punto de vista de los sacerdotes. A través de la ofrenda que el pueblo daba a Dios, Él por medio de los sacerdotes mostraba su su santidad y su especial cuidado.

Las prendas de lino que el sacerdote llevaba mientras estaba de servicio son un símbolo de la justicia de Dios. Por la gracia de Dios, el sacerdote se viste con su justicia, para que pueda servir a Dios y servir a su pueblo. El fuego en el altar que se ha de mantener encendido de día y de noche representa la presencia de Dios en todas las ofrendas. El fuego se originó a partir de la presencia de Dios (Levítico 9:24). Significa el amor incesante que Dios tiene para el pueblo. Como el sacerdote está cerca del fuego, se le hace consciente del privilegio especial que recibe de Dios.

Excepto para el holocausto y la expiación, a veces, los restos de las otras ofrendas se daban al sacerdote. Así fue como Dios proveía para el sacerdote y su familia. La comida es sagrada y debe consumirse en el lugar adecuado. Para el beneficio de las personas Dios les prohíbe comer carne contaminada, la grasa y la sangre.

Vamos a ser muy conscientes de que Dios ve todo lo que hacemos hoy en día. Cada cosa que nos narra el libro de Levítico tiene una connotación espiritual que tratamos de entender y sobretodo darnos cuenta que la presencia de Dios está en todo lugar, que en nuestros tiempos nuestro Sumo Sacerdote por excelencia es Jesucristo y que el fuego de su Espíritu Santo ahora nos acompaña día y noche. Es la presencia de Dios en nuestra vida.

Dejemos hoy que el Salmo 91:1 sea nuestra oración: El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente.

¿Qué debo hacer para ser consciente de la presencia contínua de Dios en mi vida diaria?

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