miércoles, 2 de marzo de 2016

NO CALLAR LAS MARAVILLAS QUE HA HECHO DIOS


Marcos 7:37
"En gran manera se maravillaban, diciendo: bien lo ha hecho todo; hace a los sordos oír, y a los mudos hablar."

 
Vivimos en una región volátil donde la tolerancia es la clave para mantener la paz. A veces, confundimos tolerancia con un aspecto negativo, que se manifiesta por medio del miedo de compartir nuestra fe con otras personas. Tenemos miedo de que al hacerlo, podamos crear la desunión, lo que podría dar lugar a conflictos religiosos. La verdad es que tenemos que tener cuidado entre compartir lo que Dios ha hecho por nosotros y obligar a otras personas a pensar como nosotros. No podemos obligar a nadie, ni mucho menos acosar.

A veces nos olvidamos de que Dios es Dios de toda la gente y todo el mundo necesita de Cristo. En la lectura de hoy vemos la curación de la hija de una mujer griega y un sordo que vivía fuera de Israel (en Decápolis). En ambos casos, Jesús los sanó, y también elogió su fe. Esto era algo radical en esos días porque las personas no interactuaban socialmente con los extranjeros. También es sorprendente que estas personas pongan su fe en Jesús, un extranjero.

Dejando a un lado las diferencias religiosas, recordemos que todo el mundo tiene necesidades. La mayoría de las personas ni siquiera saben que Dios responde a las necesidades individuales. Y, lamentablemente muchas personas no saben que Dios está sólo a una oración de distancia de ellos. Israel, sin embargo, después de haber conocido a Dios por toda su historia, había fracasado miserablemente en darlo a conocer a los demás. Una de las razones por las que Abraham fue escogido por Dios era para que "todos los pueblos de la tierra" fueran bendecidos por medio de él (Génesis 12: 3).

Jesús cumple esta profecía. Como cristianos a veces nos olvidamos de que también somos los "pueblos de la tierra". Que siempre que sea nuestra responsabilidad el llevar a Jesús a nuestros amigos y vecinos que lo necesitan en sus vidas.

Los trabajadores migratorios y criadas extranjeras que se encuentran trabajando cerca de nosotros o para nosotros son una extensión más de Cristo en la tierra. Seamos misericordiosos con ellos y van a querer saber más acerca del Dios que adoramos.

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