Pues por medio de Él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. Ro 8:2
viernes, 11 de noviembre de 2016
LA ORACIÓN
Ezequiel 36:37
"Así ha dicho Jehová el Señor: Aún seré solicitado por la casa de Israel, para hacerles esto; multiplicaré los hombres como se multiplican los rebaños."
La oración es precursora de la misericordia. A su vez a la historia sagrada, y nosotros podemos ver que casi siempre antes de alguna bendición, antes hubo una súlica. He encontrado esta verdad también como propia experiencia personal. Es cierto que Dios no necesita de que alguien le diga qué hacer, y muchas veces nos dá mucho más de lo que podamos imaginar, o pedir. Pero si clamamos y pedimos de acuerdo a su voluntad, Él nos oye.
Qué lindo sería reconocer después de que Dios nos haya librado de algo, o nos haya bendecido con algo en nuestras vidas, que podamos decir: "Busqué a Jehová, y Él me oyó, y me libró de todos mis temores." La oración es siempre el prefacio de la bendición.
La oración está por lo tanto conectada con la bendición para mostrarnos el valor de la misma. Si tuviéramos las bendiciones sin preguntar por ellas, pensaríamos que son cosas comunes; pero la oración hace que nuestras misericordias las veamos más preciosa que los diamantes. Las cosas que pedimos de acuerdo a la voluntad de Dios son preciosas, pero no nos damos cuenta de su valor inapreciable hasta que hemos buscado y clamado por ellas seriamente.
La oración hace que la nube se retire, que el sol no se ponga; la oración sube por la escalera de Jacob; da el ejercicio de la fe y del amor, y trae todas las bendiciones de lo alto. Bendito nuestro Dios.
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