domingo, 27 de noviembre de 2016

LIMPIOS



Levítico 13:13
"Entonces éste le reconocerá; y si la lepra hubiere cubierto todo su cuerpo, declarará limpio al llagado; toda ella se ha vuelto blanca, y él es limpio."


Parece bastante extraño este reglamento, sin embargo, hay un trasfondo espiritual en todo este asunto de la lepra. Nosotros, también, somos leprosos, y la ley de la lepra puede ser aplicada a nosotros. Cuando un hombre se ve a sí mismo contaminado por el pecado, no es que sólo un área de la vida haya sido afectada; realmente la contaminación es completa. Realmente, el pecado no confesado es la verdadera lepra en nuestros días.


Para esta enfermedad mortal, nada es más letal que el remordimiento sin el deseo de cambiar de rumbo, y nada más esperanzador que el arrepentimiento. Debemos confesar que somos "nada más que pecado". Lo más delicado del asunto cuando tenemos la lepra espiritual es que podemos contaminar a los demás, y además... hay algo que es peor que la lepra física: Cuando un leproso estaba contaminado, se le veía desde lejos y se reconocía. Con el pecado no es así. Podemos pensar que estamos sanos porque asistimos a una congregación, porque hacemos "cosas buenas", porque no robamos, no matamos, etc... pero quizás muy dentro de nosotros mentimos, estamos alejados de Dios. Servimos pero sin corazón. Hacemos las cosas para que nos vean, y en esta condición no podemos ver que realmente no estamos bien.

Que Dios nos ayude el día de hoy para que reconozcamos si estamos contaminados, que confesemos nuestros pecados, nos arrepintamos y podamos alcanzar la sanidad espiritual a la lepra de nuestros días. ¡Así sea!

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