miércoles, 16 de noviembre de 2016

PARA ENTENDER LA PALABRA



Hechos 8:30
"Acudiendo Felipe, le oyó que leía al profeta Isaías, y dijo: Pero ¿entiendes lo que lees?"


Debemos ser conocedores (y practicantes) de la sana doctrina, para ser menos susceptibles de ser movido por cualquier viento de doctrina, debemos tener una comprensión más inteligente de la Palabra de Dios a medida que el Espíritu Santo, el Autor de las Escrituras esté con nosotros, ya que es el que el único que puede iluminarnos para entender la Biblia, es el que nos guía a toda verdad


Cuando el profeta Daniel interpretó el sueño de Nabucodonosor, ¿qué hizo? Se dedicó a la oración ferviente para que Dios le diera la visión. El apóstol Juan, en su visión en Patmos, vio un libro sellado con siete sellos, pero nadie fue hallado digno para abrirlo. El libro fue abierto después por el León de la tribu de Judá, que había prevalecido para abrirlo; "yo lloraba mucho", escribió el apóstol. Las lágrimas de Juan, que eran sus oraciones líquidas, fueron, por lo que a él se refiere, las llaves sagradas por las cuales se abrió el libro plegado. Recuerda que la oración es nuestro mejor medio de estudio: como Daniel, que comprendía los sueños y su interpretación al estar en oración con Dios; y al igual que Juan, veremos que las Escrituras se abren después de orar (o llorar si es necesario). Las piedras no se rompen, excepto por un uso serio del martillo; y el picapedrero tiene que ir de rodillas. Usa el martillo de la diligencia, y deja que la rodilla de la oración se ejercite.

Los pensamientos y razonamientos son como las cuñas de acero que evitan que se abra la puerta del conocimiento de Dios; pero la oración es la palanca, lo que obliga a abrir el cofre de hierro del sagrado misterio, para que podamos conseguir el tesoro escondido dentro.

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