Pues por medio de Él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. Ro 8:2
lunes, 28 de noviembre de 2016
MI HABITACIÓN, MI MORADA
Salmos 91:9
"Porque has puesto a Jehová, que es mi esperanza,
Al Altísimo por tu habitación"
Los israelitas en el desierto fueron expuestos continuamente al cambio. Cada vez que la nube se detenía, ellos acampaban. Cuando quizás ya se estaban acostumbrando a vivir allí, la nube o columna de fuego se ponían en movimiento, y ellos tenían que seguir adelante. Tenían apenas tiempo para descansar un poco antes de escuchar el sonido de "Esto no es su hogar, falta camino para Canaán." Nunca estaban mucho tiempo en un solo lugar.
Incluso los pozos y las palmeras no podían detenerlos. Sin embargo, tenían un hogar permanente en su Dios, su columna de nube era su techo de árboles, y su llama por la noche el fuego del hogar. Debían ir hacia adelante de un lugar a otro, cambiando continuamente, no tenían tiempo para asentarse, y decir: "Ahora estamos seguros; en este lugar nos detendremos." "Sin embargo", dice Moses, "aunque siempre estemos cambiando, Señor, Tú nos has sido morada por todas las generaciones."
El cristiano sabe que Dios no cambia, Él permanece. Y así quiere también que nosotros permanezcamos, que no cambiemos de acuerdo con las circunstancias. Mi mansión inmóvil de descanso es mi bendito Señor. Él es mi morada fuerte al cual yo puedo recurrir continuamente.
Soy un peregrino en el mundo, pero en casa de mi Dios. En la tierra vago, pero en Dios vivo en una habitación tranquila. ¡Bendito sea!
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