miércoles, 2 de noviembre de 2016

TU FE TE HA SALVADO



Lucas 8:47
"Entonces, cuando la mujer vio que no había quedado oculta, vino temblando, y postrándose a sus pies, le declaró delante de todo el pueblo por qué causa le había tocado, y cómo al instante había sido sanada."


Uno de los más conmovedores relatos de sanación lo vemos en la mujer que tocó el borde del manto de Jesús. La fe de ella es admirable, pensó y creyó que con sólo tocar el manto de Jesús podía ser sanada. Esta forma de pensar puede ser peligrosa: Es cierto que se debe tener fe, pero el objeto de la fe debe ser Cristo Jesús, no el manto, no alguna otra cosa. En nuestros días pasa que muchos falsos maestros y profetas nos hacen pensar que debemos tener cosas tangibles "para ser sanos en el nombre de Jesús". El que sana es Cristo, punto. No necesita intermediarios.


He de confesar que muchas veces me siento indefenso y desesperado como la mujer del relato. Es que realmente no conocemos la altura y la profundidad del amor de Dios, pero lo que sí sabemos con certeza es que Él es demasiado bueno como para dejar a un alma necesitada sin ser atendida. Debemos confesar nuestra necesidad y aferrarnos a Él. Si no nos atrevemos a inclinar nuestras cabezas sobre el pecho de Cristo como Juan, sin embargo, podemos ser capaces de eventurarnos detrás de Él y vencer a la timidez. 

Que las palabras de Jesús dichas a la mujer de fe, también sean dichas a nosotros: "Tu fe te ha salvado; ve en paz." ¡Así sea!

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