Pues por medio de Él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. Ro 8:2
miércoles, 30 de agosto de 2017
A LA IGLESIA
1 Corintios 1:2
"A la iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro."
La ciudad del gran Rey es un lugar de servicio activo. Las almas rescatadas le sirven día y noche en su templo. Nunca cesan de cumplir el buen gusto de su Rey. Siempre "descansan", en lo que respecta a la facilidad y la ausencia de cuidado. Y nunca "descansan" en el sentido de indolencia o inactividad. La Jerusalén de oro es el lugar de comunión con todo el pueblo de Dios. Nos sentaremos con Abraham, Isaac y Jacob, en eterna comunión. Mantendremos conversación alta con el noble ejército de los elegidos, todos reinando con El que por su amor y su poderoso brazo los ha traído a salvo a casa.
No cantaremos solos, pero en coro alabaremos a nuestro Rey. El cielo es un lugar de victoria. Tú que has logrado una victoria sobre tus lujurias tienes en esa hora un anticipo de la alegría que te espera cuando te encuentres más que vencedor por medio de aquel que te amó. El paraíso es un lugar de seguridad. Cuando gozas de la plena seguridad de la fe, tienes la promesa de esa seguridad gloriosa que será tuya cuando seas un perfecto ciudadano de la Jerusalén celestial.
¡Oh, mi dulce hogar, Jerusalén, feliz puerto de mi alma! Gracias, ahora mismo, a Aquel cuyo amor me ha enseñado a anhelarte.
"Mi alma ha probado las uvas, Y ahora anhela ir donde mi querido Señor su viña mantiene y donde todos los racimos crecen."
"Sobre la vid verdadera y viva, mi alma festejará, y gozaré de un banquete en el fruto divino, seré un huésped eterno en su casa." Aleluya.
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