martes, 22 de agosto de 2017

GUÍAME, SEÑOR



Salmos 25:5
"Encamíname en tu verdad, y enséñame,
Porque tú eres el Dios de mi salvación;
En ti he esperado todo el día."


Cuando el creyente ha comenzado con pies temblorosos a caminar en el camino del Señor, pide ser conducido todavía hacia adelante como un niño sostenido por la mano con ayuda de sus padres, y él anhela ser instruido más adelante en el alfabeto de la verdad. 


La enseñanza experimental es la carga de esta oración. David sabía mucho, pero sentía su ignorancia y deseaba estar todavía en la escuela del Señor: cuatro veces en dos versos, él solicita una beca en el colegio de la gracia. Era bueno para muchos profesores que, en lugar de seguir sus propios caminos y recortar nuevos caminos de pensamiento, buscaran los buenos viejos caminos de la verdad de Dios y suplicaban al Espíritu Santo que les diera entendimientos santificados y espíritus enseñables. "Porque tú eres el Dios de mi salvación". Jehová es el autor y el procurador de la salvación a su pueblo. 

Lector, ¿es Él el Dios de tu salvación? ¿Encuentras en la elección del Padre, en la expiación del Hijo, y en la vivificación del Espíritu, todos los fundamentos de tus esperanzas eternas? Si es así, puede usar esto como un argumento para obtener más bendiciones. Si el Señor ha ordenado salvarnos, ciertamente no se negará a instruirnos en sus caminos. Es una cosa feliz cuando podemos dirigirnos al Señor con la confianza que David manifiesta aquí, que nos da un gran poder en la oración y el consuelo en la prueba. "En ti espero todo el día." La paciencia es la justa hija de la fe. 

Esperamos alegremente cuando estemos seguros de que no esperaremos en vano. Es nuestro deber y nuestro privilegio esperar al Señor en servicio, en adoración, en esperanza, en confianza todos los días de nuestra vida. 

No nos cansaremos de esperar a Dios si recordamos cuánto tiempo y cuán amorosamente nos esperó una vez.

No hay comentarios:

Publicar un comentario