Pues por medio de Él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. Ro 8:2
jueves, 3 de agosto de 2017
MORIR EN CRISTO
1 Tesalonicenses 4:14
"Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en Él."
No imaginemos que el alma duerme en la insensibilidad. "Hoy estarás conmigo en el paraíso", es el susurro de Cristo a cada santo moribundo. Ellos "duermen en Jesús", pero sus almas están delante del trono de Dios, alabándolo día y noche en su templo, cantando aleluyas al que los lavó de sus pecados en su sangre.
El cuerpo duerme en su solitaria cama de tierra, debajo de la colcha de hierba. Pero, ¿qué es este sueño? La idea conectada con el sueño es "descanso", y ese es el pensamiento que el Espíritu de Dios nos transmitiría. El sueño hace que cada noche sea un día de reposo para el día. El sueño cierra rápidamente la puerta del alma, y pide a todos los intrusos que se demoren un rato, para que la vida interior pueda entrar en su jardín de verano de facilidad. El creyente cansado duerme tranquilamente, al igual que el niño cansado cuando duerme sobre el pecho de su madre.
¡Oh! Felices los que mueren en el Señor. Ellos descansan de sus trabajos, y sus obras los siguen. Su silencioso reposo nunca se romperá hasta que Dios los despierte para darles su recompensa completa. Guardados por ángeles vigilantes, curvados por misterios eternos, duermen los herederos de gloria, hasta que la plenitud de los tiempos traerá la plenitud de la redención.
¡Qué despertar será el suyo! Ellos fueron puestos en su último lugar de descanso, cansados y desgastados, pero así no se levantarán. Se fueron a su descanso con la ceja fruncida, y los rasgos desgastados, pero se despertarán en belleza y gloria. La semilla arrugada, tan desprovista de forma y elegancia, levanta del polvo una flor hermosa. El invierno de la tumba da lugar a la primavera de la redención y el verano de la gloria.
Bendita es la muerte cuando estamos en Cristo, ya que ella, por medio del poder divino, nos despoja de esta prenda de trabajo, para vestirnos con el vestido de bodas de la incorrupción. ¡Bienaventurados los que duermen en Jesús!
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