domingo, 6 de agosto de 2017

NADA ES IMPOSIBLE PARA DIOS



Jeremías 32:17
"!!Oh Señor Jehová! he aquí que tú hiciste el cielo y la tierra con tu gran poder, y con tu brazo extendido, ni hay nada que sea difícil para ti..."


En el mismo momento en que los caldeos rodearon Jerusalén, y cuando la espada, el hambre y la peste habían desolado la tierra, Dios ordenó a Jeremías que comprara un campo y que la escritura de traspaso se sellara y testificara legalmente. Era una extraña compra para un hombre racional. La prudencia no podía justificarla, pues estaba comprando con apenas una probabilidad de que alguna vez pudiera disfrutar de la posesión. 


Pero era suficiente para Jeremías que su Dios le había ordenado, porque bien sabía que Dios sería justificado de todos sus hijos. Él razonó así: "¡Oh, Señor Dios, puedes apartar esta parcela de terreno para mí, tú puedes librar esta tierra de estos opresores, tú puedes hacerme sentar debajo de mi viña y mi higuera en la herencia que he comprado, porque hiciste los cielos y la tierra, y no hay nada demasiado difícil para ti." 

Esto dio un impulso a los primeros santos, que se atrevieron a hacer por orden de Dios cosas que la razón carnal condenaría. Ya sea un Noé que construyera un barco en tierra firme, un Abraham que ofreciera a su único hijo, o un Moisés que desprecie los tesoros de Egipto, o un Josué que debía sitiar a Jericó siete días, usando nada más que cuernos de carneros. Todos ellos actuaron así por orden de Dios, contrariamente a los dictados de la razón carnal. Y el Señor les da una rica recompensa como resultado de su fe obediente. 

Si nos arriesgamos más a creer en las promesas de Dios, deberíamos entrar en un mundo de maravillas a las que todavía somos extranjeros. Que el lugar de confianza de Jeremías sea nuestro, nada es demasiado difícil para el Dios que creó los cielos y la tierra. ¡Amén!

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