miércoles, 27 de diciembre de 2017

CLAMA A ÉL



Jeremías 33:3
"Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces."


Hay diferentes traducciones de estas palabras. Una versión la presenta así: "Te mostraré grandes y fortificadas cosas". Otra dice: "Grandes y reservadas cosas". Ahora bien, hay cosas reservadas y especiales en la experiencia cristiana: todos los desarrollos de la vida espiritual no son fáciles de alcanzar. Existen los marcos comunes y los sentimientos de arrepentimiento, fe, alegría y esperanza que disfrutan toda la familia; pero hay un dominio  superior de éxtasis, de comunión y unión consciente con Cristo, que está lejos de ser la morada común de los creyentes. 


No tenemos todo el gran privilegio de Juan, de apoyarnos en el seno de Jesús; ni de Pablo, para ser atrapado en el tercer cielo. Hay alturas en el conocimiento experimental de las cosas de Dios que el ojo del águila de la perspicacia y el pensamiento filosófico nunca han visto: solo Dios puede llevarnos allí; pero el carro en el que nos lleva, y los ardientes corceles con los que se arrastra ese carro, son oraciones dominantes. 

La plegaria prevaleciente es victoriosa sobre el Dios de misericordia. La oración que prevalece lleva al cristiano al Carmelo, y le permite cubrir el cielo con nubes de bendición y la tierra con inundaciones de misericordia. La plegaria que prevalece lleva al cristiano a la altura del monte Nebo, y le muestra la herencia reservada; nos eleva a Tabor y nos transfigura, hasta que en la semejanza de su Señor, como Él es, así somos nosotros también en este mundo. Si alcanzas algo más elevado que la experiencia humillante ordinaria, mira hacia la Roca que es más alta que tú, y mira con el ojo de la fe a través de la ventana de la oración persistente. 

No dejes de clamar a Dios, Él no dejará de responderte y de mostrarte cosas que tú no conoces.

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