viernes, 15 de diciembre de 2017

UN TOQUE DEL MAESTRO



Marcos 1:41
"Y Jesús, teniendo misericordia de él, extendió la mano y le tocó, y le dijo: Quiero, sé limpio."


Las tinieblas primitivas escucharon el decreto del Todopoderoso, "Sea la luz", y en seguida fue la luz, y la palabra del Señor Jesús es igual en majestad a la antigua palabra de poder. Tanto la Redención como la Creación tiene su palabra de poder. Jesús habla y está hecho. La lepra no cedió a ningún remedio humano, pero huyó de inmediato al "Yo haré" del Señor. 


La enfermedad no mostraba signos esperanzadores o muestras de recuperación, la naturaleza no contribuía en nada a su propia curación, pero Su Palabra sin ayuda efectuó todo el trabajo en el lugar y para siempre. El pecador está en una situación más miserable que el leproso; que él imite su ejemplo y vaya donde Jesús, "rogándole y arrodillándose ante él". Permita que ejerza la poca fe que tiene, aunque no vaya más allá de "Señor, si quieres, puedes limpiarme"; y no debe haber ninguna duda en cuanto al resultado de la aplicación. 

Jesús sana a todos los que a él vienen, y no echa a ninguno. Al leer la narración en la que aparece el texto de este día, es digno de atención devota que Jesús tocó al leproso. Esta persona inmunda había roto las regulaciones de la ley ceremonial y presionado en la casa, pero Jesús, lejos de reprocharle, rompió la ley para encontrarse con él. Hizo un intercambio con el leproso, porque mientras lo limpiaba, contrajo con ese toque una impureza levítica. Así también, Jesucristo fue hecho pecado por nosotros, aunque en sí mismo no conoció pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en Él. 

Oh, esos pobres pecadores irían a Jesús, creyendo en el poder de su bendita obra sustitutiva, y pronto aprenderían el poder de su toque de gracia. Esa mano que multiplicó los panes, que salvó a Pedro, que sostiene a los santos afligidos, que corona a los creyentes, esa misma mano tocará a todos los pecadores que buscan, y en un momento se limpiarán. 

El amor de Jesús es la fuente de la salvación. Él ama, Él mira, Él nos toca, nosotros vivimos.

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