martes, 26 de diciembre de 2017

PODER DE DIOS

Efesios 1:19-20
"Y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza,
la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales..."


En la resurrección de Cristo, como en nuestra salvación, no hubo influencia de nada más que de un poder divino. ¿Qué diremos de aquellos que piensan que la conversión se produce por la libre voluntad del hombre, y se debe a su propia disposición de ánimo? Cuando veamos que los muertos se levanten de la tumba por su propio poder, entonces podemos esperar ver a pecadores impíos que se vuelven a Cristo por propia voluntad. 


No es la palabra predicada, ni la palabra leída en sí misma; todo el poder vivificador procede del Espíritu Santo. Este poder es irresistible. Todos los soldados y los sumos sacerdotes no pudieron guardar el cuerpo de Cristo en la tumba; la misma muerte no podía mantener a Jesús en sus ataduras: incluso así, irresistible es el poder que se presenta en el creyente cuando se le plantea a la novedad de la vida. Ni el pecado, ni su corrupción, ni los demonios en el infierno ni pecadores en la tierra, pueden detener la mano de la gracia de Dios cuando intenta convertir a un hombre.

Observa que el poder que levantó a Cristo de los muertos fue glorioso. Reflejaba honor sobre Dios y consternación en las huestes del mal. Entonces, hay una gran gloria para Dios en la conversión de cada pecador. Por su poder eterno. "Cristo, habiendo resucitado de entre los muertos, ya no muere, y la muerte no se enseñoreará más de Él". Así que nosotros, resucitados de entre los muertos, no volvemos a nuestras obras muertas ni a nuestras viejas corrupciones, sino que vivimos para Dios. "Porque Él vive también vivimos". "Porque estamos muertos, y nuestra vida está escondida con Cristo en Dios". "Así como Cristo fue resucitado de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros debemos caminar en la novedad de la vida". 

El mismo poder que levantó la cabeza funciona la vida en los miembros. ¡Qué bendición ser vivificado junto con Cristo!

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