martes, 12 de diciembre de 2017

¿CREERÁS?


Juan 4:48
"Entonces Jesús le dijo: Si no viereis señales y prodigios, no creeréis."


Un anhelo por las maravillas era un síntoma del estado enfermizo de las mentes de los hombres en el día de nuestro Señor; se negaron a una alimentación sólida, y se sintieron atónitos ante la mera maravilla. El evangelio que tanto necesitaban no lo acogieron; en cambio, los milagros que Jesús no siempre eligió darles exigieron ansiosamente. Muchos hoy en día deben ver señales y maravillas, o no creerán. Algunos han dicho en su corazón: "Debo sentir un profundo horror del alma, o nunca creeré en Jesús". 


Pero, ¿qué pasa si nunca vas a "sentirlo"? ¿Irás al infierno por despecho contra Dios, porque Él no te tratará como a otro? Uno se ha dicho a sí mismo: "Si tuviera un sueño, o si pudiera sentir un shock repentino de no sé qué, entonces le creería". Lo único que faltaba, nosotros somos mendigos en su puerta, pidiendo misericordia, y aún así nos ponemos a redactar normas y reglamentos sobre cómo queremos que nos dé esa misericordia. ¿Piensas que Él se someterá a esto? 

Mi Maestro es de un espíritu generoso, pero tiene un corazón real correcto, rechaza todo dictado y mantiene su soberanía de acción. ¿Por qué, querido lector, si ese es tu caso, anhelas signos y maravillas? ¿No es el evangelio su propio signo y maravilla? ¿No es esto un milagro de milagros, que "de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda"? Sin duda, esa preciosa palabra: "Cualquiera que quiere, que venga y tome el agua de la vida libremente" y esa solemne promesa: "Aquel que viene a mí, no lo echaré", son mejores que señales y prodigios. 

Un verdadero Salvador debe ser creído. Él es la verdad misma. ¿Por qué pedirás pruebas de la veracidad de Aquel que no puede mentir? Los demonios mismos lo declararon como el Hijo de Dios; ¿Desconfiarás de Él?

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