Pues por medio de Él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. Ro 8:2
sábado, 23 de diciembre de 2017
FRUTO
Oseas 14:8
"Efraín dirá: ¿Qué más tendré ya con los ídolos? Yo lo oiré, y miraré; yo seré a él como la haya verde; de mí será hallado tu fruto."
Nuestro fruto se encuentra directamente relacionado con la intimidad y unión que tengamos con Dios. El fruto de la rama es directamente trazable a la raíz. Si se corta la conexión, la rama muere y no se produce ningún fruto. En virtud de nuestra unión con Cristo, damos fruto. Cada racimo de uvas ha estado primero en la raíz, ha pasado a través del tallo y ha fluido a través de los vasos de la savia, y así se forma externamente la fruta, pero fue primero en el tallo; así también cada buena obra fue primero en Cristo, y luego se produce en nosotros. Oh cristiano, valora esta preciosa unión con Cristo; porque debe ser la fuente de toda la fecundidad que puedes esperar tener. Si no te unes a Jesucristo, serías una rama estéril en verdad.
Nuestro fruto proviene de Dios en cuanto a la providencia espiritual. Cuando las gotas de rocío caen del cielo, cuando la nube mira hacia abajo desde lo alto y está a punto de destilar su tesoro líquido, cuando el brillante sol hincha las plantas, cada bendición celestial puede susurrar al árbol y decir: " De mí se ha encontrado tu fruto ". La fruta le debe mucho a la raíz, que es esencial para la fecundidad, pero también debe mucho a las influencias externas. ¡Cuánto debemos a la gracia de Dios, a su providencia! Es la que nos proporciona continuamente enseñanza, consuelo, fortaleza o lo que sea que necesitemos. A esto le debemos toda nuestra utilidad o virtud.
Nuestro fruto proviene de Dios en cuanto a la agricultura sabia. El cuchillo afilado del jardinero promueve la fertilidad del árbol, adelgazando los racimos y cortando brotes superfluos. Así es, creyente, con esa poda que el Señor te da. "Mi Padre es el labrador: todo pámpano en mí que no lleva fruto, lo quita: y todo aquel que lleva fruto, lo purifica, para que lleve más fruto". Como nuestro Dios es el autor de nuestras gracias espirituales, apartemos un momento hoy y cada día para darle toda la gloria por nuestra salvación.
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