sábado, 14 de mayo de 2016

CREER Y OBEDECER



Marcos 16:16
"El que crea y sea bautizado será salvo; pero el que no crea será condenado."

 
Los discípulos no creían a María Magdalena ni tampoco creían a los dos discípulos que se habían encontrado a Jesús en el camino de Emaús. Sus testimonios de ver a Jesús vivo sonaban demasiado exagerados. Los discípulos no estaban cuestionando la credibilidad de los informes, ¡Sino al Dios Todopoderoso! Jesús los reprendió luego por su falta de fe.

Pedro, que había negado a Jesús tres veces, vio el sepulcro vacío y se fue con dudas (Lucas 24:12). Tomás, alias "el que duda", no creería a menos que pudiera comprobarlo por sí mismo. Estos eran discípulos que habían estado con Jesús a lo largo del tiempo que estuvo en la tierra. Habían sido testigos de todas sus señales y maravillas, incluso comieron con Lázaro resucitado. Todavía dudaban.

Muchos de nosotros no damos asentimiento mental a la Palabra de Dios, sino que luchamos en nuestro corazón para creer todo lo que leemos en la Biblia. Dudas y preguntas surgen y nuestra fe vacila. Otros de nosotros pareciera que dijéramos: "Creo, pero ayuda mi incredulidad" (Marcos 9:24).

Sin embargo, Juan, el amado, vio y creyó. Juan escribió el Evangelio de Juan para que podamos creer que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios (Juan 24:31). Juan, que había descansado al lado de Jesús, sabía del amor del Señor. Se hizo como un niño pequeño. La gracia es tal que Jesús viene a nosotros exactamente donde estamos: Aún en nuestras dudas e incredulidad, y Él nos dice "no seas incrédulo por más tiempo. Cree". Bendiciones esperan a aquellos que cren en Él (1 Pedro 1: 8-9), que le obedecen. Confiar y obedecer, no hay otra manera.

Padre, ayúdanos mientras venimos a ti, simplemente como niños, creyendo y confiando en ti con todo nuestro corazón. Amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario