1 Samuel 12:25
"Mas si perseveráis en hacer mal, vosotros y vuestro rey pereceréis."
Muchos líderes en el mundo de hoy comienzan bien pero terminan mal. Pensemos en los evangelistas de televisión de los Estados Unidos e incluso en los jefes de gobierno secular de muchos países asiáticos. Ellos son tentados por el poder y cosas buenas y terminan haciendo lo contrario de lo que deberían. Es una ironía que dichas bendiciones a menudo puedan convertirse en una 'maldición'. La corrupción es generalmente el resultado final y en muchos casos conduce a su caída.
Leemos hoy en día de un líder muy diferente. Desde su juventud hasta la vejez, Samuel era un líder intachable y ejemplar. Todos los israelitas podían dar fe de ello.
Ahora vemos otro aspecto de un verdadero líder. Se observa que, a medida que envejecemos, somos por lo general más prudentes, más sabios y más cautos para actuar (Aunque no es una regla escrita en piedra). Samuel reprende al pueblo; su petición de un rey era pecado después de todo lo que Dios había hecho por ellos en el pasado. Samuel ciertamente no tuvo miedo de enfrentarse a las personas.
Les recordó el liderazgo de Moisés y Aarón, sus grandes antepasados. Irónicamente, a los ojos de Dios, el hombre de pie delante de ellos era parte de un modelo de liderazgo también. El Salmo 99:6 registra a los tres: Moisés, Aarón y Samuel, como las personas que clamaron al Señor y obtuvieron su respuesta personal.
El fin de un 'reinado' es más importante que el principio, ya que muestra cómo fueron usadas las virtudes como la bondad y humildad después de estar en eminencia.
Oremos hoy por los líderes de nuestra nación para que sean libres y prudentes, no sólo que no cedan a la tentación de la corrupción sino que luchen contra la corrupción audazmente.
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