Pues por medio de Él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. Ro 8:2
sábado, 21 de mayo de 2016
VERDADERA RIQUEZA
1 Samuel 2:1
"Entonces Ana oró y dijo:
Mi corazón se regocija en el Señor,
mi fortaleza en el Señor se exalta;
mi boca sin temor habla contra mis enemigos,
por cuanto me regocijo en tu salvación."
Cuando Dios responde a las oraciones, algunos creyentes se olvidan de alabarlo y agradecerle debido a su celebración de la alegría. A menudo se ha dicho que para tener salud mental necesitamos tener un corazón siempre agradecido que aprecie todas las bendiciones que nos rodean. Y las gracias a Dios no deben ser meras palabras por sí solas, sino actos de mayor devoción a Dios y más profunda preocupación por las cosas que son importantes para Él.
Ana estalló en un canto de agradecimiento cuando Dios respondió a su oración por un niño. En su oración de alabanza gozosa, el tema es el poder absoluto de Dios. Ella afirma que todo está en las manos de Dios. No importa qué tan difíciles sean las circunstancias para nosotros, Dios está ahí para nosotros. Él da a las mujeres estériles hijos (v 5) y satisface las necesidades de los pobres (v 8). No importa cómo los soberbios, los malos y los poderosos nos hacen sufrir, Dios está ahí para nosotros. Él es un Dios justo que conoce y juzga todo lo que hace la gente (v 3).
En nuestro mundo cada vez más materialista, es importante que se nos recuerde que Dios es el que "envía la pobreza y la riqueza"(v 7). Tenemos que evitar ser atrapados por el sistema de valores populares que rinde culto a la riqueza. El dinero es sin duda importante en la vida, pero no es nuestra necesidad real. Incluso en ese afán de acumulación no podemos confiar en nuestra "propia fuerza"(v 9). Ana nos recuerda que Dios es el que va a determinar cómo los ricos obtienen lo que tienen, por lo que no hay necesidad de preocuparnos por ganar tanto como se pueda.
Recuerda que Dios está más interesado en nuestra ganancia en la santidad de carácter que la abundancia de la riqueza.
¿Por qué nos cargamos con el estrés de encontrar maneras de obtener riqueza cuando en última instancia, es Dios quien decide la cantidad que cada uno de nosotros recibe? Pidamos a Dios que seamos ricos en buenas obras y en gracia divina, más que cualquier otra cosa.
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