viernes, 20 de mayo de 2016

UNA ORACIÓN LLENA DE ANGUSTIA



1 Samuel 1:10
"Ella, muy angustiada, oraba al Señor y lloraba amargamente."

 
En tiempos de gran angustia, los creyentes deben abstenerse de gritar violentamente en la desesperación a los que les rodean. Dios es nuestro Padre en el Cielo a quien debemos dirigir inmediatamente todas nuestras lágrimas.


Esto fue lo que aprendió Ana. Año tras año, había estado llorando cada vez que la segunda esposa de su marido se burlaba de ella por no tener hijos. Pero esta vez Ana había aprendido el secreto de dirigir sus gritos de angustia profunda hacia arriba a Dios.


Ana debe haber centrado sus gritos en Dios durante horas y horas en el templo en Silo. Eli el sacerdote incluso pensó que estaba borracha. Socialmente y emocionalmente deprimida en desgracia, bañaba sus oraciones en lágrimas. Ella oró fervientemente que si Dios le concedía su anhelado hijo, ella lo pondría a su servicio. Ella estaba dispuesta a dejar que su hijo estuviera en el servicio de Dios todos los días de su vida.
Dios finalmente dio a Ana un bebé. Como una madre que finalmente fue capaz de concebir después de tantos años amargos, ella debe haber sentido la tentación de mantener al Samuel recién nacido para sí misma. Pero temerosa de Dios, Ana cumplió su promesa de fidelidad. Ella estaba dispuesta a renunciar la mayor alegría de una madre, la de ver a su primogénito muy crecer. Ella dio a su hijo, quizás de apenas tres años de edad, a Dios y afirmó su decisión resuelta por su repetición enfática "Le doy al Señor. Durante toda su vida se le dará al Señor "(vs 11,28).


En tiempos de la angustia más profunda de la vida, los verdaderos creyentes corren hacia Dios en lugar de rechazarlo o culparlo.


Oremos hoy especialmente por los cristianos que están en peligro, tales como los creyentes perseguidos en los países no creyentes, por aquellas familias sin hijos y en general por todos los que tienen angustias terribles en su interior. Que pongan su confianza en Dios, y les responda.

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