lunes, 9 de mayo de 2016

... Y PEDRO NEGÓ A SU SEÑOR



Marcos 14:69-70
"Cuando la sirvienta lo vio, de nuevo comenzó a decir a los que estaban allí: Este es uno de ellos.
Pero él lo negó otra vez. Y poco después los que estaban allí volvieron a decirle a Pedro: Seguro que tú eres uno de ellos, pues también eres galileo."


Cuando le preguntó por Jesús "¿Quién dicen que soy yo?" Pedro había respondido, "Tú eres el Cristo." Fue sobre esta roca de la revelación que Dios iba a construir su iglesia. Pedro estaba seguro de que no negaría a Jesús. Él se defendió con vehemencia cuando Jesús profetizó su negación y le dijo que Satanás había pedido que le zarandeara. Sabemos que el diablo deambula como león rugiente, buscando a quién devorar. Pedro no oró incluso después de que Jesús lo instó a orar en el huerto para que no cayera en la tentación. Por lo tanto cuando fue desafiado, negó todas las acusaciones falsas y repudió a Jesús. Cuando el gallo cantó, Jesús se volvió y lo miró directamente a él (Lucas 22:61). Sus ojos se encontraron y Pedro fue llevado a centrarse en el Señor, fue quebrantado. Humildemente recordó lo que Jesús había dicho sobre sus negativas. Luego lloró amargas lágrimas de arrepentimiento.


Jesús oró por Pedro para que su fe no fuera un fracaso. Él todavía está intercediendo por nosotros en el cielo, mientras que el Espíritu Santo intercede dentro del creyente en la tierra. Más tarde, a Pedro se le preguntó tres veces: ¿Realmente me amas?" Contestó desde el fondo de su corazón "Sí, Señor, tú sabes que te amo" (Juan 21: 15-17). Fue Pedro, el valiente, que predicó en el día de Pentecostés. ¡Tal es la gracia, la misericordia, la bondad, la paciencia y la fidelidad de nuestro Dios!
Invita a Dios a tu corazón, y te llevará en sus caminos.


Oremos para que los ojos de nuestro corazón sean iluminados y que sepamos poner en práctica lo que en la teoría hemos aprendido del Señor.

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