Pues por medio de Él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. Ro 8:2
lunes, 10 de julio de 2017
¡AYUDA!
Salmos 12:1
"Salva, oh Jehová, porque se acabaron los piadosos;
Porque han desaparecido los fieles de entre los hijos de los hombres."
La oración misma es notable, porque es corta, pero sazonable, sentenciosa y sugestiva. David lloró la aflicción de los hombres fieles, y por lo tanto levantó su corazón en súplica y coherencia - cuando la criatura falló, fue al Creador.
Evidentemente sentía su propia debilidad, o no habría pedido ayuda. Pero al mismo tiempo pretendía honestamente esforzarse por la causa de la verdad, porque la palabra "ayuda" es inaplicable donde nosotros mismos no hacemos nada. Hay mucho de franqueza, claridad de la percepción y claridad de la expresión en esta petición de dos palabras. Mucho más, en efecto, que en los largos derrames de ciertos que se creen eruditos. El salmista se dirige directamente hacia su Dios, con una oración bien considerada. Él sabe lo que está buscando, y dónde buscarlo. Señor, enséñanos a orar de la misma manera bendita.
Las ocasiones para el uso de esta oración son frecuentes. Los guerreros espirituales en conflictos internos pueden orar a Dios para pedir refuerzos, y esto será un modelo para su petición. Los obreros en el trabajo celestial pueden así obtener gracia en tiempos de necesidad. De hecho, en todos estos casos, tiempos y lugares, esto servirá al turno de las almas necesitadas. "Ayuda, Señor".
En Él se encuentra nuestra ayuda, no dejemos de clamarle nunca. La respuesta a la oración es cierta, si se ofrece sinceramente a través de Jesús. El carácter del Señor nos asegura que no dejará a su pueblo. Su relación como Padre y Esposo nos garantiza su ayuda. El don de Jesús es una promesa de todo bondad. Y su promesa segura es: "No temas, yo te ayudaré".
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