miércoles, 5 de julio de 2017

TEN MISERICORDIA, SEÑOR




Daniel 9:8
"Oh Jehová, nuestra es la confusión de rostro, de nuestros reyes, de nuestros príncipes y de nuestros padres; porque contra ti pecamos."


Un sentido profundo y una visión clara del pecado, su atrocidad, y el castigo que merece, debe hacernos vivir mejor y de acuerdo con los mandamientos de Dios. 


Hemos pecado como cristianos. ¡Ay! Favorecidos como hemos sido, hemos sido aún ingratos: privilegiados más allá de la mayoría, no hemos dado fruto en proporción a la bondad recibida. ¿Quién de nosotros, aunque pueda haber estado ocupado en la guerra cristiana, no se ha avergonzado cuando mira hacia atrás en el pasado? En cuanto a nuestros días antes de que fuéramos regenerados, perdonados y redimidos, todos tenemos algo de qué sentir pena. Pero desde entonces, aunque no hemos pecado como antes, sin embargo, hemos pecado contra la luz y contra el amor de Dios.

Pero no es para que nos quedemos lamentándonos. ¡Mira a David! Muchos hablarán de su pecado, pero él cada vez que vemos los salmos, vemos a un ser humano genuinamente arrepentido. ¡Mira, otra vez, a Pedro! Hablamos mucho de que Pedro niega a su Maestro. Pero recuerda, está escrito: "Lloró amargamente". ¿Quién no se ha sentido terriblemente mal luego de pecar y ofender a Dios?

Alma mía, inclínate bajo el sentido de tu pecado natural, y adora a tu Dios. ¡Admira la gracia que te salva, la misericordia que te perdona, el amor que te perdona!

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