martes, 25 de julio de 2017

LOS QUE OYEN LA PALABRA Y LA OBEDECEN




Lucas 11:27-28
"Mientras él decía estas cosas, una mujer de entre la multitud levantó la voz y le dijo: Bienaventurado el vientre que te trajo, y los senos que mamaste.
Y Él dijo: Antes bienaventurados los que oyen la palabra de Dios, y la guardan."


Algunos piensan que debe haber tenido privilegios muy especiales por haber sido la madre de nuestro Señor, porque supusieron que ella tenía el beneficio de mirar en su corazón de una manera que no podemos esperar. Puede haber muchas cosas en una suposición. No tenemos pruebas de que María supiera más que otros, pero definitivamente es un modelo a seguir, por su obediencia y dejar su vida de lado con tal de seguir el llamado del Señor. 


Si vemos la respuesta de Jesús en el texto de hoy, sabemos que todo lo que ella sabía, también nosotros lo podemos descubrir. ¿Te maravillas de que deberíamos decirlo? He aquí un texto para probarlo: "El secreto del Señor está con los que le temen, Él les mostrará su pacto". Recuerda las palabras del Maestro: "De aquí en adelante yo no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su Señor, sino que yo os he llamado amigos, porque todo lo que he oído de mi Padre os he dado a conocer". 

Tan benditamente este Divino Revelador de secretos nos abre su corazón, que no guarda nada que nos sea provechoso. Su propia forma de transmitirnos seguridad es: "Si no fuera así, te lo habría dicho." ¿No se manifiesta hoy en nosotros como no hace al mundo? Es así. 

Por estas verdades que hemos aprendido hoy, no gritaremos de forma insensata: "Bienaventurado el vientre que te ha dado a luz", sino que bendeciremos a Dios inteligentemente que, habiendo oído la Palabra y habiéndola guardado, primero tenemos la verdadera comunión con el Salvador como María misma la tenía. ¡No se puede ser más privilegiado!

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