jueves, 5 de octubre de 2017

AL QUE VIENE A DIOS...



Juan 6:37
"Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera."

 
No se establece ningún límite a la duración de esta promesa. No se limita a decir: "No expulsaré a un pecador en su primera venida", sino: "Al que a mi viene, no le echo fuera". El original dice: "Yo no, no echaré", o "Nunca, nunca echaré". El texto significa que Cristo no rechazará al principio al creyente; y que como Él no lo hará al principio, así no lo hará hasta el final. 


Pero supongamos que el creyente peca después de venir... "Si alguno tiene pecado, tenemos un abogado con el Padre, Jesucristo el justo". 

Pero supongamos que los creyentes retrocedan... "Yo curaré su rebeldía, los amaré libremente, porque mi ira se apartó de él". 

¡Pero los creyentes pueden caer bajo la tentación! "Dios es fiel, que no permitirá que seas tentado por encima de lo que puedes, sino que con la tentación también proveerá un camino para escapar, para que puedas soportarla". 

¡Pero el creyente puede caer en pecado como lo hizo David! Sí, pero él los "purgará con hisopo, y serán limpios, los lavará y serán más blancos que la nieve"; "De todas sus iniquidades los limpiaré".

"Yo doy a mis ovejas", dice él, "vida eterna, y nunca perecerán, y nadie las arrebatará de mi mano". ¿Qué dices de esto, oh temblorosa mente débil? ¿No es ésta una misericordia preciosa, que viniendo a Cristo, no vendrás a Aquel que te tratará bien durante un tiempo, y luego te enviará sobre tus asuntos, sino que te recibirá y te hará su esposa, y serás suyo para siempre? No vuelvas a recibir el espíritu de esclavitud, sino el espíritu de adopción por medio del cual clamarás, Abba, Padre.

¡Oh! la gracia de estas palabras: "De ninguna manera echaré fuera". No hay palabras suficientes para entenderlas completamente. Bendito nuestro Dios.

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