martes, 24 de octubre de 2017

LA CIUDAD ETERNA


Apocalipsis 21:23
"La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que brillen en ella; porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera."


Allá en el mundo mejor, los habitantes son independientes de todas las comodidades. No tienen necesidad de vestidos; sus vestiduras blancas nunca se desgastan, y nunca serán contaminadas. No necesitan medicina para sanar enfermedades. No necesitan dormir para descansar sus cuerpos; no descansan ni de día ni de noche, pero lo alaban incansablemente en su templo. 


No necesitan ninguna relación social para estar en comodidad, y cualquier felicidad que puedan derivar de la asociación con sus compañeros no es esencial para su felicidad, porque la sociedad de su Señor es suficiente para sus mayores deseos. No necesitan maestros allí; sin duda se comunican entre sí acerca de las cosas de Dios, pero no requieren instrucción; todos ellos serán enseñados por el Señor. 

Aquí nos apoyamos en diversas cosas, pero allá nos apoyaremos sobre nuestro Amado solamente. Aquí debemos tener la ayuda de nuestros compañeros, pero allá encontraremos todo lo que queremos en Cristo Jesús. Aquí miramos la carne que perece, y la vestidura que se descompone delante de la polilla, pero allá encontraremos todo en Dios. Usamos el cubo para traernos agua del pozo, pero allá beberemos de la cabeza de la fuente y pondremos nuestros labios en el agua viva. 

Aquí los ángeles nos traen bendiciones, pero allá no necesitaremos mensajeros del cielo, porque allí lo veremos cara a cara al creador de los ángeles. ¡Oh! ¡qué bienaventurado será el tiempo en que descansaremos sobre el brazo de Dios! ¡Qué hora gloriosa cuando Dios, y no sus criaturas; el Señor, y no sus obras, será nuestra alegría cotidiana! Nuestras almas habrán alcanzado entonces la perfección de la bienaventuranza. ¡Bendito sea Dios!

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