Pues por medio de Él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. Ro 8:2
sábado, 7 de octubre de 2017
ALABANZA ETERNA
1 Crónicas 9:33
"También había cantores, jefes de familias de los levitas, los cuales moraban en las cámaras del templo, exentos de otros servicios, porque de día y de noche estaban en aquella obra."
En aquel tiempo fue ordenado en el templo que el canto sagrado nunca cesara: por siempre los cantores alababan al Señor cuya misericordia perdura para siempre. Como la misericordia no cesaba de gobernar ni de día ni de noche, tampoco la música y los cantos lo hicieron.
Hay una lección dulcemente enseñada en el canto incesante del templo de Sión, nosotros también somos deudores constantes, y debemos ver que nuestra gratitud, como la caridad, nunca falten. La alabanza de Dios es constante en el cielo, que es tu morada final, aprende a practicar el aleluya eterno. Alrededor de la tierra cuando el sol dispersa su luz, sus vigas despiertan a los creyentes agradecidos para afinar su himno de la mañana, de modo que por el sacerdocio de los santos la alabanza perpetua se mantiene a todas horas, cada hora del día y cada evento de la naturaleza deben ser recordatorios para cantar y alabar a Dios.
El Señor siempre merece ser alabado por lo que es en sí mismo, por sus obras de creación y providencia, por su bondad hacia sus criaturas, y especialmente por el acto trascendente de redención, y todas las maravillosas bendiciones que fluyen de allí. Siempre es beneficioso alabar al Señor; anima el día e ilumina la noche; aclara el trabajo y suaviza el dolor; y sobre la alegría terrenal derrama un resplandor santificante que lo hace menos susceptible de cegarnos con su resplandor.
¿No tenemos algo para cantar en este momento? ¿No podemos tejer una canción de nuestras alegrías actuales, o de nuestras liberaciones pasadas, o de nuestras esperanzas futuras? La tierra produce sus frutos de verano y en el invierno. Por el amor de Jesús, despertemos para cerrar el día con un salmo de alegría santificada no importando si es invierno o verano en nuestra vida. Así sea.
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