Pues por medio de Él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. Ro 8:2
domingo, 4 de marzo de 2018
CONSOLADOR
Juan 14:26
"Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho."
El Espíritu Santo. Es su oficio consolar los corazones de la gente de Dios. Él convence del pecado; ilumina e instruye; pero aun así, la parte principal de su trabajo consiste en alegrar los corazones de los renovados, en confirmar a los débiles y en levantar a todos los que se doblegan. Él hace esto al revelarles a Jesús.
El Espíritu Santo consuela, pero Cristo es el consuelo. Si podemos usar la figura, el Espíritu Santo es el Médico, pero Jesús es la medicina. Él sana la herida, pero es aplicando el ungüento sagrado del nombre y la gracia de Cristo. Él no toma de sus propias cosas, sino de las cosas de Cristo. Si el uno es el Consolador, el otro es el Consuelo. Ahora, con una provisión tan rica para su necesidad, ¿por qué debería el cristiano estar triste y desanimado? El Espíritu Santo se ha comprometido para ser tu Consolador: ¿Puedes suponer que ha emprendido lo que no puede o no va a realizar?
Si su trabajo especial es fortalecerte y consolarte, ¿crees que ha olvidado su promesa, o que fracasará en la empresa amorosa que sostiene hacia ti? No, no pienses tan poco en el tierno y bendito Espíritu cuyo nombre es "el Consolador". Él se deleita en dar el aceite de la alegría por el luto, y la alabanza por el espíritu de pesadez.
Confía en Él, y él seguramente te consolará hasta que la casa de luto se cierre para siempre, y la fiesta de bodas haya comenzado.
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