sábado, 3 de marzo de 2018

EN TUS MANDAMIENTOS MEDITARÉ



Salmos 119:15
"En tus mandamientos meditaré;
Consideraré tus caminos."


Hay momentos en que la soledad es mejor que la sociedad, y el silencio es más sabio que el discurso. Deberíamos ser mejores cristianos si estuviéramos más tiempo en intimidad con Dios, a través de la meditación en su Palabra. Deberíamos meditar sobre las cosas de Dios, porque así obtenemos el nutrimento real de ellas. 


La verdad es algo así como el racimo de la vid: si queremos obtener vino de ella, debemos magullarlo; debemos presionar y apretarlo muchas veces. Por lo tanto, debemos, mediante la meditación, pisar los cúmulos de la verdad, si queremos obtener el vino de Palabra. Nuestros cuerpos no se sostienen simplemente llevando comida a la boca, sino que el proceso que realmente nutre el músculo, el nervio, el tendón y el hueso es el proceso de la digestión. Es por digestión que la comida externa se asimila a la vida interior. Nuestras almas no se nutren simplemente escuchando un momento a esto, y luego a eso, y luego a la otra parte de la verdad divina. Escuchar, leer, marcar y aprender, todo requiere una digestión interior para completar su utilidad, y la digestión interna de la verdad yace en su mayor parte meditando sobre ella. 

¿Por qué es que algunos cristianos, aunque escuchan muchos sermones, hacen avances lentos en la vida divina? Porque descuidan sus vidas y no meditan en la Palabra de Dios. Aman el trigo, pero no lo trituran; tienen sembrado el maíz, pero no van al campo a recogerlo; la fruta cuelga del árbol, pero no la arrancan; el agua fluye a sus pies, pero no se rebajarán para beberla. 

De tal locura, líbranos, Señor, y que sea nuestra resolución esta mañana: "Meditaré en tus preceptos".

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