martes, 27 de marzo de 2018

SE LLENA DE SAVIA...



Salmos 104:16
"Se llenan de savia los árboles de Jehová,
Los cedros del Líbano que él plantó."


Sin savia, el árbol no puede florecer ni existir. La vitalidad es esencial para un cristiano. Debe haber vida, un principio vital infundido en nosotros por Dios, el Espíritu Santo, o no podemos ser árboles del Señor. El mero nombre de ser cristiano no es más que una cosa muerta, debemos estar llenos del Espíritu de la vida divina. Esta vida es misteriosa. No comprendemos la circulación de la savia, por qué fuerza se eleva y por qué poder desciende nuevamente. Entonces la vida dentro de nosotros es un misterio sagrado. La regeneración es forjada por el Espíritu Santo entrando al hombre y convirtiéndose en la vida del hombre; y esta vida divina en un creyente después se alimenta de la carne y la sangre de Cristo y así es sostenida por la comida divina, pero ¿de dónde viene y adónde va? 


Las raíces van buscando a través del suelo con sus pequeños esponjosos, pero no podemos verlos succionar los diversos gases, o transmutar el mineral en el vegetal; este trabajo se realiza en la oscuridad. Nuestra raíz es Cristo Jesús, y nuestra vida está escondida en Él; este es el secreto del Señor: La raíz de la vida cristiana es tan secreta como la vida misma. ¡Cuán permanentemente activa está la savia en el cedro! En el cristiano, la vida divina está siempre llena de energía, no siempre en el fruto, sino en las operaciones internas. 

A medida que la savia se manifiesta en producir el follaje y el fruto del árbol, así también con un cristiano verdaderamente saludable, su gracia se manifiesta externamente en su caminar y conversación. Si hablas con Él, no puedes evitar hablar de Jesús. Si notas las acciones de un creyente genuino, verás que ha estado con Jesús. 

Él tiene tanta savia en su interior, que debe llenar su conducta y conversación con Jesús. ¿Es así en tu vida?

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